La formación y el mantenimiento de un buen deportista se debe hacer en el marco de lo humanamente posible, para que sus condiciones sean las mejores al momento de presentarse en las distintas competencias. No solo desde el punto de vista físico, sino también desde lo emocional, una situación que debe estar supervisada por los expertos de su equipo de trabajo, quienes deben estar atentos, prestos, y siempre a la disposición de accionar el favor de ese ser humano, que con sus actuaciones convoca a que cada día se sienta admirado por una cantidad importante de personas.
Un deportistas según la Real Academia Española, es una “persona que practica algún deporte, por afición o profesionalmente.” Es una forma genérica de definir quienes hacen, realizan o están inmersos en la actividad deportiva. No define el sexo, por lo cual están incluidas todas personas, y por supuesto todas son naturales. Dicha definición puede ser la base de lo que en el futuro es posible definirlo por otros investigadores. También la academia de la lengua, expresa la definición de: “Persona aficionada a los deportes o entendida en ellos.” En ese sentido es posible incluir a los deportistas pasivos, árbitros, entrenadores, además de quienes disfrutan del espectáculo que se realiza por los deportistas activos y su equipo de trabajo.
La persona practicante de alguna actividad de los deportes, durante las distintas etapas, necesita mantenerse como un deportista equilibrado, y para ello es necesario que maneje varias herramientas, que las mismas le permita aprovechar todos los momentos de los entrenamientos y disfrutarlos, así como también disfrutar de la competencia de manera plena. Un deportista con equilibrio pleno tiene la posibilidad de superar lesiones, así como situaciones producto de entrenamientos dirigidos por quienes no se han dado la posibilidad de actuar como excelentes gerentes en la formación de equipos, y de individuos.
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