Lo realizado por la guayanesa Stefany Hernández en los
Juegos Olímpicos Río 2016, no tiene comparación alguna con relación a alguna
conquista olímpica por atleta venezolano en competencias deportivas. Lo
acontecido antes de la largada final dejó a más de uno perplejo, los de aquí y
los de allá; en mi caso, que soy poco conocedor de ese tipo de competencia, me
quedó decir, solo ella sabe el valor del tiempo y de cuanto significa esa
carrera. Acción esta que la catapultó a la inmortalidad deportiva de Venezuela
y el mundo.
La carrera anteriormente señalada, fue de mucho significado
para Stefany, para el equipo que la acompañó en su preparación y para los más
de 30 millones de venezolanos. El gesto de tomar la bicicleta, y cambiar los
factores no alteró el producto; pero si representó una importante suma de
esperanza en quienes vemos cada di en Stefany como una de nuestras mejores
embajadoras deportivas. Esa esperanza que fue una realidad, es ahora una
motivación mundial de estos nuevos tiempos, y para todos los escenarios. Su
desempeño la ubicó en el cuadro de medallas de su competencia, y ahora es
invitada de honor a todos los escenarios; como debe ser.
Sus desbordes de gentileza hacen de ella una personalidad a
seguir, sencilla y la humildad sale hasta por los poros. La acción de la
guayanesa, la medalla conquistada, y en esencia ella misma han hecho la posibilidad
de que nos veamos en el espejo de las posibilidades bien trabajadas. De las
reacciones que el ser humano es capaz de desarrollar para conquistar metas
trazadas. Los deportistas en general, y toda la sociedad debería aprender de
esta excelente lección que nos permite la guayanesa Stefany Hernández. Ella es
gente de mi gente, su accionar es sin igual. Stefany deseo que la Divina
Providencia siga iluminando tus caminos y dirigiendo tus pasos. Amigos
lectores, para contactos en Twitter e Instagram @Joseceden.
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