Es
un vivir extraordinario observar en las distintas canchas de cada comunidad, en
los distintos fines de semana, como se divierten los niños corriendo detrás de
un balón de fútbol de salón con la sana intención de recrearse, compartir,
vivir algo distinto y agradable para contar a sus familiares y a sus otros
amiguitos con quienes comparten en la escuela y en la comunidad; eso y solo
eso, es en esencia su pensar, su principal pensar. Pero los encargados de
dirigir sus competencias modifican en cierta medida sus pensamientos, y hacen
lo posible que los niños hagan la posibilidad de competir en lugar de recrearse.
Los
niños juegan para aprender y esa debe ser una constante, por lo cual deben
preocuparse de atender cada uno de sus entrenadores y dirigentes de los equipos
de los niños, deben estar pendientes de que sea su prioridad, que cada
oportunidad de estar en la cancha sea para recrearse, para crecer en valores
con sus semejantes, incluso más allá de las características de las
competencias, de los llamados y las ganas de ganar, que por lo general impulsan
los adultos en los más pequeños de la casa. Ayudemos a los más pequeños a
compartir en la acción que se desarrolla en las canchas en cada juego, y con
ellos ganaríamos que nuestra gente crezca de forma integral.
Una
tarea más, que debe ser impulsada por todos, algunas regiones pudieran
nombrarse como pilotos en ese sentido, ya que sus dirigentes y sus entrenadores
han demostrado que ganas de hacer las cosas de manera distinta a favor de
nuestra sociedad es posible. Procuremos una mejor sociedad, procuremos mejores
personas, enseñemos a nuestros niños como mirarse y como mirar a los demás;
pero primero despojémonos de todas aquellos pensamientos que en nada nos ayudan
como personas. Amigos lectores para contactos escribir al @joseceden.
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